MARIA TERESA MEZQUITA

MÉRODA, YUCATÁN 2005

Texto de sala exposición

Centro Cultural Olimpo

¿de donde? ¿ de Mérida? Pero… vamos a ver… ¿es emeritense, o meridano o merideño? Es de Mérida. Y ya. Es un rincón, un instante capturado, una mirada sobre el hombro y un encuadre irrepetible. Es el crisol blanco y negro de Nirvana paz, cantera de imágenes intimistas, cautelosas, realistas como los ojos de un peatón o transfiguradoras como los de un alquimista: son visiones furtivas o concentradas y son, finalmente, tres realidades geográficas distantes como las tierras de nadie, cercanas como los ojos que reflejan al que nos respira…

Como rasero que iguala miradas y elimina diferencias, el lente de nirvana convoca a un espíritu común de ciudadano: ser de Mérida, repetirla a gritos, al oído o entre dientes o entre sueños y sabérsela “de pe a pa” reconociéndola hasta en el arcoiris que el sol inventa a veces en los charcos de la calle o en las migajas olvidadas de la infancia.

Por Nirvana, con ellos –los otros que también son “de Mérida” –nosotros también dejamos de ser caminantes de una sola de las tres y empezamos ha hacernos ciudadanos de lama colectiva, voz de voces en este discurso común que ha comenzado y que no quiere dejar de hablar. En México, España y Venezuela la fotógrafa miró a su alrededor como cualquiera de nosotros pero ella si volvió imagen cada “golpe de vista” como un nuevo nacimiento, como un nuevo ser.

Sí … así fue. En cada Mérida, en las Méridas, los instantes dieron a luz una visión recién nacida. Celebremos el alumbramiento.