LA CORTE ‘2007-17
Existe una ciudad física y una ciudad vivida, transitada. Cada paso en ella nombra al individuo como un ser plural, heterogéneo en su individualidad. Estas imágenes se convierten en metáfora a través de una catalogación de la ciudad y sus habitantes. El muro de la suprema corte de justicia, una cámara fotográfica, una mirada y su habitar el espacio. Entre lo publico y lo privado está la descripción de quien forma y da forma a esta ciudad. Ese transitar revela los estados individuales de quien frente a la cámara nos habla de sí y de quien los mira, selecciona y construye su propia narrativa de la ciudad, así como de quien los mira, en un acto voyeur, intrigante y parsimonioso.
Fotografías realizadas en 2007 frente al Muro de la Suprema Corte de Justicia,
Impresión risográfica exposición y Libro publicado por Gato negro Editorial, Ciudad de México 2017.
ESPECTRO VISIBLE 2019
impresión en cianotipia
Retomando algunas imágenes del proyecto La corte trasladadas a la técnica de cianotipia, Paz propone en Espectro visible una reflexión sobre las huellas efímeras y fantasmagóricas de los habitantes de la urbe y la imposibilidad de dar cuenta de ellas. Se trata de una instalación que la artista nombra como fotogénica, es decir, el proceso por el cual se favorece la acción química de la luz. La imagen resultante es en realidad una imagen latente, cuya precariedad la hará apenas visible y perdurable durante pocos días. El espectro contenido en cada imagen nos confronta una vez más con la propia vulnerabilidad y limitaciones del que mira. No se trata sólo de lo que se mueve, transita, sino de lo que nos conmueve y acontece en un instante.
Luis Vargas Santiago / Andrea Villers
ALIX ALMENDRA
CDMX 2017
Presentación del libro The Court
Editorial Gato negro
Bueno, al tratarse de un libro de fotografías, me siento obligada a comenzar hablando de la mirada, en este caso, la mía. Que no es una mirada ni de fotógrafa, ni de curadora, ni de una especialista que pueda emprender una revisión crítica o estética de la obra. Lo que no me quita responsabilidad, al contrario. Pienso que es importante situarse y advertir que, desde esta propia mirada, que es también mi pensar, no puedo más que compartir algo, que se parece más bien a un delirio.
Primero, me parece importante retomar el nombre vestigio de este libro, seguramente la autora, en su momento, nos podrá decir más sobre el proceso de este proyecto, pero por ahora me detengo ahí, en el transitar de su nombre. The Court o La Corte en español, era un proyecto titulado El Muro. Haciendo referencia, nada más y nada menos que al Muro de la Suprema Corte de Justicia, y me llama la atención que las veces que lo mencionaba, decía también, que esta gran pared le daba un escenario de imparcialidad, como fuente del impulso creativo de este trabajo. IM-PAR-CIA-LI-DAD, claro como la Justicia, pensaba yo. Pensamiento irónico por supuesto. Y así empezó el delirio, adelantando que todo lo que escucharán a continuación, no puede más que ser más que pura parcialidad.
Cito a Nirvana: “el muro, buscaba tener un lugar imparcial para mirar a estas personas”. Esta frase la delata, el muro le daba un reflejo imparcial, que la mirada de la fotógrafa o del fotógrafo no puede cumplir. Una estructura pesada, oscura, homogénea, plana, que devolvía algo de lo que quizás la Justicia tampoco cumplir.
Parece así, que el muro, en su incumplida promesa de imparcialidad, tuvo que devenir corte. La Corte. Asistimos entonces a un desfile de personajes anónimos, una especie de ciclorama, de las cotidianas batallas épicas del transitar esta ciudad. La Corte chilanga, me habla de la relación y del extraño amor de Nirvana por ese transitar urbano. Un transitar que, en su obra y en particular en este trabajo, se ve vestido de intimidad por la mirada de la artista.
Esta Corte, en su avanzar soberano por esta ciudad, por los espacios que reconfigura continuamente, regala imágenes con un flujo propio, desde el pasado, pero que nos interpela y se atraviesa en nuestro camino con un tiempo otro.
El muro, la justicia, las caras, los objetos nos revelan también los otros muros simbólicos e invisibles, pero no por eso sin efectos. Un muro negro que hace encontrarnos con cuerpos en ágiles danzas, coreografías impetuosas, gestos aturdidos, siluetas incómodas, miradas perdidas, cargas pesadas, espaldas encorvadas, peso y más peso en los hombros.
Caminos cansados con cigarros que acompañan, manos que abrazan el caminar y otras que acusan al fugitivo. Nirvana con su mirada, le pide imparcialidad al muro, el muro devuelve gestos, ceños fruncidos, mirada inquisidora, ensimismamiento, pesadumbre y apuro.
En La Corte nos envuelve una atmósfera dramática, cargada de sombras, que nos alerta que hay algo siempre por ocurrir, que nos advierte que estos héroes van en busca de su tragedia.
La artista nos cuenta historias desde un entorno ilusorio. Narraciones de persecución, momentos de acusamiento, historias de baile, contactos y acompañamiento, pero también ausencia, sobre todo ausencia. ¿Y es que la imagen no es eso finalmente? Una metonimia a la que somos lanzados, en búsqueda de objetos otros que quedan fuera de la imagen. Reminiscencias de afectos de un tiempo perdido.
Las sombras misteriosas de La Corte, remiten a un tiempo trágico. Como cuando el oráculo de Apolo, Dios de la representación y la forma, advierte el destino de Edipo. Destino tan insoportable como para arrancarse los ojos frente a la luz de la verdad. Destino trágico donde no hay lugar a la imparcialidad, y que, si hay una justicia, en todo caso es también trágica. Como las historias que Nirvana, con sus imágenes apolíneas, nos presenta.
Pienso que esta luz y sombra es el misterio de la constitución misma del sujeto, que guarda sus secretos en el misterio de la mirada. En palabras del psicoanalista francés Jacques Lacan, podemos decir que de lado de las cosas está la mirada, es decir, las cosas me miran, pero yo, sin embargo, las veo. Las cosas, los objetos miran al sujeto. Distinción entre el ver y mirar que se articula con aquello de mi propio saber, de la singularidad ¿Qué veo cuando miro el rostro del otro? ¿qué me ve en la mirada de la fotógrafa? Referencia directa con la sensación de existir. En tanto he sido vista existo. Por lo que agradezco profundamente a mi amiga, Nirvana Paz, por darnos algo de su mirada y con eso seguir haciendo existencia.
Alix Almendra es investigadora becaria del CONACYT, candidata a doctora en Humanidades por la UAM-X. Es maestra en Estudios de Género por el Colegio de México (COLMEX) y cursó la maestría en Subjetividad y Violencia en el Colegio de Saberes. Su trabajo de investigación académica se enfoca en personas centroamericanas en contextos de desplazamiento forzado. Es psicóloga con orientación psicoanalítica, cuenta con experiencia en clínica privada y en intervenciones sociales. Ha coordinado proyectos de impacto social relacionados con temáticas de equidad de género, violencia y sexualidad. Cuenta con más de 5 años de experiencia en atención psicológica en contextos de crisis humanitarias.
LUIS VARGAS SANTIAGO / ANDREA VILLERS
CDMX 2019
En torno a la exposición Seres Urbanos, Museo de la Ciudad de México
En el marco del Festival FotoMéxico 2019, esta exhibición propone una revisión de media carrera de la artista visual Nirvana Paz (CDMX, 1976), compuesta mayormente por obras inéditas que toman lugar en la Ciudad de México y ponen de manifiesto procesos de empatía y reconocimiento en espacios públicos de un tránsito aparentemente despersonalizado.
A lo largo de las últimas dos décadas, en 10 series fotográficas y 3 libros, Paz ha construido a la capital mexicana como escenario de la mirada y al mismo tiempo, como un personaje más que determina el transitar de sus habitantes. Seres urbanos continúa esta exploración de la metrópoli, pero de forma más contundente, yuxtaponiendo la experiencia de lo privado en lo público.
Contrario a un legado mexicano marcado por el fotoperiodismo, la mirada masculina y los acercamientos etnográficos, Nirvana Paz propone una mirada furtiva, espía, a ratos cómplice y evanescente. Sus imágenes residen en y se apropian de la experiencia del que habita y es habitado por la ciudad, enfatizando procesos a veces imperceptibles, minúsculos, casi secretos e inconscientes.
A través de tres núcleos curatoriales y una videoinstalación, Nirvana Paz evidencia la existencia de una ciudad física y una ciudad vivida, transitada y retratada. Seres urbanos son individuos que en su paso por el espacio público forman grupos y colectividades temporales, convirtiéndose por momentos en pasajeros, estudiantes, amigos, trabajadores, comensales, usuarios de transporte colectivo, paseantes o transeúntes. Al mismo tiempo, la cámara de Paz es capaz de recoger parte de la intimidad que mantienen, demostrando que son estos seres los que tienen también la capacidad de dotar a la ciudad de otros significados, sensaciones y formas de vida.
Con una cámara fija, en su serie La Corte, Paz capturó la imagen de miles de transeúntes anónimos en su paso frente al muro exterior de la Suprema Corte de Justicia de la Ciudad de México. La artista vivió durante muchos años en el centro histórico, su cotidianidad hacía que caminara a diario por los alrededores de la Corte y que a menudo se detuviera a ver pasar el flujo constante de personas en tránsito al salir del metro, a quienes imaginaba posando en el muro negro como en un gran ciclorama.
El proyecto le tomó todas las tardes durante tres meses y resultó en más de cinco mil fotografías, que con el tiempo seleccionó cuidadosamente para luego imprimir en risografía en blanco y negro y presentarlas en una publicación o en instalación fotográfica como en este caso.
En La corte, Paz logra que un muro aparentemente impersonal y pintado de negro para evitar pintas, permanezca como el protagonista de imponentes retratos de paseantes y momentos particulares del devenir urbano capitalino. Las imágenes parecen atemporales, instantes fugaces de pensamiento que quedaron petrificados en el tiempo como una Pompeya contemporánea.
LUIS VARGAS SANTIAGO Ha trabajado durante dos décadas como consultor en arte & cultura y criterios ESG para instituciones públicas y organizaciones privadas en América Latina y el Caribe, Estados Unidos y Europa. Además de su cargo como director de Aura, soy investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM y se desempeño como asesor de juntas directivas de varios museos y fundaciones de arte en México y Estados Unidos.
ANDREA VILLERS. Directora de Contenidos y Operaciones. Curadora y Coordinadora de programas acádemicos en varias instituciones museisticas, publicas y privadas.