Con celular en mano y de forma furtiva, Paz ha capturado a lo largo de los últimos 3 años a una infinidad de usuarios del metro de la Ciudad de México en el proyecto Los viajes del ojo. En fotografías y videos digitales, recupera momentos íntimos y fugaces en un impulso constante por registrar los vestigios de la urbe en movimiento. Esto supone asumirse como parte de lo que mira y es mirado en un espacio donde, a pesar de cierta incomodidad, el intercambio visual es inevitable. Pero Paz no sólo lo asume como algo ineludible, sino que lo radicaliza habitando el lugar del voyeur, es decir, de aquel que obtiene placer en observar a otros sin su consentimiento. Esta acción es particularmente desafiante si se toma en cuenta que la realiza en espacios donde la mirada hegemónica es siempre masculina. Paz cambia de posición y trasciende el registro antropológico, demostrando que pueden existir otros tipos de voyeurismo y que es en el transitar visual de observar y ser observados como nos apropiamos del espacio público.

#Voyeurdelmetro es el hashtag con que las imágenes de este proyecto circulan en plataformas como Instagram y Facebook. Para esta exposición, Paz preparó una videoinstalación que muestra momentos clave de las relaciones voyeuristas que toman lugar en el metro. A través de una retroproyección, con vista por ambos lados, los visitantes son forzados a participar del mismo ejercicio.

Luis Vargas Santiago/Andrea Villers

Como parte de este proyecto, Paz ha construido imágenes fijas a partir de fragmentos de videos de celular. Al olvidar a la totalidad de usuarios en un vagón y recortar la edición a una persona o a un grupo de viajeros, las imágenes en movimiento que antes daban cuenta de experiencias múltiples se transforman en retratos íntimos de sujetos específicos.

El interés de Paz con estas fotografías imposibles o imperfectas es llamar la atención sobre cómo el movimiento es tanto un elemento sustancial de la percepción como del transcurrir del tiempo. Aunque observemos una escena estática, lo que siempre está en movimiento es el ojo.


Al ver una imagen fija suceden dos movimientos. El primero, nuestro ojo reconociéndola y el segundo nosotros, un movimiento intimo, un movimiento personal ante el signo, algo que nos permite leerlo, percibirlo desde nuestra subjetividad pero rotando, en un transito de subjetividades.